TDAH en el aula (Parte I)
Como ya he comentado en otras ocasiones, el TDAH (Trastorno por Déficit de atención con o sin Hiperactividad) es una de las consultas más recurrentes en padres y madres que perciben como problemático el comportamiento de sus hijos. De las pautas que estos pueden llevar a cabo en casa ya he hablado previamente, pero resulta evidente que el TDAH puede alterar intensamente la vida del menor en otros contextos, en especial el escolar. Por ello es igualmente importante que los y las docentes estén informados sobre cómo mejor proceder cuando entre su alumnado hay uno o más niños diagnosticados de TDAH, razón por la cual este será el primero de una serie de artículos al respecto.
Antes que nada quizás resulte conveniente recordar que el que un niño se muestre inquieto o se distraiga fácilmente no es sinónimo de TDAH, ya que el trastorno es una condición con implicaciones mucho más graves y diversas, debiendo ser diagnosticado por un especialista. Lo primero y esencial, es tener claro que los síntomas que componen el cuadro no desaparecerán, no «se curan», si bien si se pueden reducir y minimizar. Por ello debemos trabajar en todos los contextos posibles sobre las dificultades que el TDAH provoca a cada niño y niña, siendo especialmente importante el trabajo coordinado entre la familia y la escuela, pues a menudo la conducta del menor es muy distinta en cada uno de estos contextos.
Lo siguiente será tener en cuenta que, aunque cada niño con TDAH se ve afectado de un modo un tanto distinto (por ejemplo, los hay con mayor afectación de la atención que impulsividad, debiendo tenerse en cuenta además variables de personalidad y del ambiente), no debemos comparar unos con otros. Así pues, un niño concreto con TDAH quizás no tenga casi problemas en clase, mientras que otro sí presente diversas alteraciones, interrumpiendo la clase, teniendo dificultades para hacer los deberes, etc. No debemos caer en el error de que el primero se porta mejor que el segundo «a pesar de que ambos tienen TDAH», pues sus circunstancias pueden ser muy distintas, pese al diagnóstico común.
Con ello en mente vemos necesario replantearnos la programación didáctica y efectuar las adaptaciones convenientes, teniendo en cuenta que en general:
- En el TDAH de tipo inatento el problema principal suele ser la tendencia a distraerse, por lo que presenta dificultades para entender la lección, utilizar la agenda o realizar ejercicios largos.
- En el TDAH impulsivo tenderá a interrumpir, pudiendo presentar problemas para respetar el turno de palabra, inclusive cuando el docente está explicando la materia.
- El tipo hiperactivo, por su parte, presenta como principal dificultad la necesidad continuada de moverse, con lo que no pocas veces se levantan de la silla en mitad de la clase, sin motivo aparente.
Otro consejo general, que comparten con cualquier otro niño con cualesquiera condiciones médicas o psicológicas, es que hay que evitar que sus compañeros lo dejen de lado debido a su problema, así como que lo hagan objeto de burla y mofa. Debemos tratar, por supuesto, de no presentar al niño delante de sus compañeros etiquetándolo, evitando siempre marcarlo como distinto del resto. Resulta mucho más conveniente que, cuando se tenga que hacer mención a ello, nos refiramos al TDAH como una característica del menor, en la misma manera en que cada otro niño tendrá sus propias peculiaridades.
Adaptando el aula.
Además de lo dicho, existen actuaciones concretas para llevar a cabo en el aula, adaptándolas eso sí a las características del menor, a su edad y curso lectivo.
- Uso de mapas conceptuales: Un aspecto común a estos niños es que suelen trabajar mejor con la información visual, por lo que esta forma de resumir los contenidos explicados les puede ayudar mucho a reforzar su aprendizaje al integrarlos mejor.
- Dividir las tareas complejas: Presentan especiales problemas con los ejercicios complejos (en cuanto a su extensión, no necesariamente por su dificultad), debido a que pueden perder el hilo de lo que estaban haciendo. Dividirlos en subtareas más sencillas les facilitará el afrontarlos.
- Cuando sea posible, emplear temáticas que sea de su interés: En aquellas tareas donde podamos asignar individualmente temáticas distintas que abordar, buscaremos ofrecerle que las realice en base a aquellas que le sean especialmente motivadoras, ya que estas lograrán más fácilmente captar su atención.
- Supervisar su aprendizaje: Cuando nos sea factible, es conveniente comprobar que han entendido la explicación. Además, esto es extensible a tareas secundarias al aprendizaje, como el uso de la agenda, que es otro punto en el que suelen fallar mucho. Por ello, conviene revisar si ha apuntado lo que debe y ayudarle si no es el caso, hasta que coja la costumbre y lo haga solo.
- Darle tiempo: Algunos de los errores comentados pueden obedecer a que sus distracciones les hacen perder el tiempo, con lo que cuando este llega al límite dado para un tarea, se encuentran con que no la han completado. Idealmente les daremos algo más de tiempo cuando haga falta, pero como esto no siempre es posible, puede ser más útil ir dando avisos conforme avance el tiempo para que así retome la actividad.
- Generar un aula tranquila: El lugar de trabajo debe ser tranquilo, con lo que buscaremos emplazar al alumno en la zona de clase que más libre de distracciones esté (por ejemplo, lejos de las ventanas o de otros niños y niñas especialmente activos).
- Clima de confianza: Los niños con TDAH cometen de media más errores en sus ejercicios al poner poca atención al escuchar la explicación del temario y durante la ejecución de la propia tarea. Por ello necesitamos que en clase los niños puedan preguntar toda duda que tengan, generando un ambiente en que se entiendan los errores como una oportunidad de aprender y no como un fracaso. Esta confianza debe hacerse extensible a los propios compañeros del niño, por lo que fomentaremos la colaboración y ayuda entre ellos también.
- Evaluación continua: Puesto que las fluctuaciones en el rendimiento de estos niños pueden ser mayores que en el resto, será especialmente importante en su caso realizar una verdadera evaluación continua, que tenga en cuenta su esfuerzo y los resultados de aprendizaje relativos. Métodos apropiados para evaluarlos son, entre otros, las listas de control, los diarios de campo, las escalas de estimación, la observación sistemática y los registros anecdóticos.
- Metodología participativa: Además de lo dicho, involucrar al niño en su aprendizaje haciéndole partícipe del mismo en la medida en que se pueda, resulta especialmente fructífero en niños con TDAH, ya que además de ser más estimulante y motivador, puede evitar que se distraigan tan a menudo.
TDAH y motivación.
Y es que tan importante es facilitar la adaptación del niño a las tareas y a la evaluación, como motivarlo respecto a su educación. El planteamiento es simple: Ante las tareas para las que no estamos motivados nos cuesta más centrarnos, disminuyendo nuestra atención y aumentando la fatiga con mayor velocidad. En cambio, si estamos motivados, nuestras energías se mantienen más tiempo, nos mantenemos más centrados en nuestro objetivo y en los pasos a dar para alcanzarlo. Esto no es distinto para los niños y niñas con TDAH, solo que en su caso la falta de motivación les afecta todavía más. Esto es así porque poseen menor capacidad atencional, por lo que la fatiga y la desmotivación le afecta más todavía.
Por ello no es de extrañar que cuando los niños con TDAH se encuentran con un ambiente educativo poco propicio, acaben sintiéndose a disgusto en clase y rehuyendo sus deberes escolares. Así pues, en su caso será especialmente importante fomentar dicha motivación todo lo que podamos. En este sentido lo que debemos hacer no es distinto de lo que haríamos con cualquier otro niño: Felicitarle cuando realice los ejercicios, no ponerlo en evidencia delante de sus compañeros, adaptando los ejercicios cuando sea posible, animarle a que termine los ejercicios, celebrar las buenas notas y evitar dramatizar los fracasos, transmitiendo siempre un mensaje positivo y de superación, no coercitivo ni punitivo. Todo ello además, redundará en una mejor autoestima por parte del niño.
Hiperactividad en el aula.
Por último quedará el cómo abordar el exceso de conductas motoras en niños con mayor hiperactividad. Para ello buscaremos, por una parte, fomentar un ambiente calmado en el aula y por otra fomentar en el niño el control de sus impulsos. Para lo primero puede ser necesario dedicar unos minutos a relajarnos tras aquellas actividades que hayan requerido al menor moverse, levantarse del asiento o interactuar con elementos del aula o compañeros, o bien al entrar a clase tras educación física, el recreo o al llegar al colegio.
En cuanto a las diversas estrategias que podemos emplear para incrementar el control de los impulsos del niño, así como para extinguir conductas que no sean apropiadas en el aula, serán el tema del que hablaré en la siguiente entrada, pues merecen tratarse en detalle.
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