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Es posible que los niños y niñas pregunten sobre lo que ha estado sucediendo estos días: «¿Qué es la DANA?», «¿Por qué llueve tanto?», «¿Va a llover tanto aquí también?» Al fin y al cabo, es inevitable que lo oigan en nuestras conversaciones, que lo vean en fotografías o en las noticias o incluso que, en el peor de los casos, lo hayan experimentado. Por tanto, es natural que se preocupen ante algo de tal magnitud, algo que les va a resultar difícil de entender y que puede poner su mundo patas arriba. Asimismo, es natural que queramos ayudarles para que les afecte lo mínimo posible. ¿Qué podemos hacer al respecto?

Pregunta y explica

Pregúntales qué han oído: Invítale a que te cuente lo que sabe de la DANA, a que comparta aquello que le preocupa, lo que cree que ha sucedido. Así podrás saber cuánto de realidad y cuanto de imaginado hay en la información que manejan. De este modo podemos a su vez, no darles información adicional que solo vaya a generarles más miedo, sino que nos podemos limitar a clarificar lo que ya han oído o visto, y añadir a ello información que les dé un contexto en el que sentirse seguros. Además, así sabremos también qué emociones siente respecto al suceso: Curiosidad, desconcierto, miedo, tristeza, ansiedad, enfado, etc. Según sea el caso, deberemos abordar la conversación de un modo u otro.

Explica el suceso de forma sencilla, utilizando experiencias que ya conozcan y extrapolando: «¿Recuerdas aquella vez que llovió tanto? Pues a veces sucede que llueve más, entonces…». Adapta la explicación a la edad y momento evolutivo (piensa en cómo le hablas a este niño o niña normalmente e intenta ajustarte a ello). Con niños pequeños merece la pena evitar términos como catástrofe o emergencia y utilizar metáforas simples, basadas en aquello que conocen: «¿Recuerdas cuando estabas regando las plantas, se te cayó la regadera y se mojó todo el suelo?»

Tranquilidad y seguridad

Si bien es importante que podamos resolver sus dudas, más importante es aún que logremos hacer que se sientan seguros/as. Deben saber que estamos aquí para protegerles, que no han de preocuparse por su integridad física y que si tienen miedo o les preocupa lo que pueda pasar deben decírnoslo para que podamos ayudarles también a nivel emocional. Y aunque pueda ser difícil, más aún si nosotros/as mismos/as tenemos dudas al respecto, hay que explicarles que hay organismos y recursos destinados a ayudar ante estas situaciones: bomberos, médicos, equipos de rescate e incluso personas voluntarias. Si tienen la sensación de que están rodeados de personas dedicadas a que no les suceda nada malo, podrán vivir su día a día con más tranquilidad, sintiendo que existe una comunidad que vela por su seguridad.

Y para que se sienta seguros/as, también será importante respetar sus tiempos. Procesar todas estas emociones, escucharles y dejar que hablen, todo ello requiere de tiempo. No podemos iniciar y terminar esta conversación cuando queramos, ni antes de lo que necesiten, ni alargarla más de lo que quieran. Y si consideras que tras terminar de hablar aún hay aspectos de la DANA que deberían de conocer, pero de los que no habéis hablado, déjalo para más adelante, cuando estén receptivos o si saca el tema de nuevo (y para ello, recordad dejar claro que pueden volver a preguntar lo que quieran cuando quieran, así como contarnos cómo se sienten).

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Comprensión y ayuda

Valida sus sentimientos: Di explícitamente que pueden expresar cómo se siente sobre lo que ven y oyen, no asumas que ya lo saben. No hagas preguntas cerradas como «¿Tienes miedo?», es mejor utilizar preguntas abiertas como «¿Cómo te sientes?». Así no damos nada por hecho y dejamos espacio a que expresen de forma clara y sinceras sus sentimientos. Ante sus emociones, no intentes neutralizarlas, valídalas con frases tipo «Es normal que te sientas así». Nuestro objetivo con esto es que sepan que sus emociones son naturales, que no hay nada malo en ellas. Además, si observamos que les cuesta expresar estas emociones con las palabras, podemos buscar métodos alternativos, como el dibujar.

Por último, si tras atenderle observas que su nerviosismo, tristeza, ansiedad o miedo no disminuye, sino que se mantiene o que va a más, considera solicitar ayuda desde un servicio de atención psicológica para la infancia, a fin de que reciban ayuda especializada que pueda valorar el nivel de afectación y los pasos adecuados que se han de seguir. Si crees que tu hijo/a pudiera necesitar este tipo de ayuda, deja un mensaje al final de este post o utilizando la opción de contacto, arriba a la derecha en esta web, coméntanoslo y le atenderemos y/o buscaremos el recurso que sea más apropiado según el caso.